Este viaje forma parte de un sueño.
Un reencuentro conmigo misma, y nunca mejor dicho, con
el corazón de la madre tierra.
Aragón me
dió la Bienvenida y generosamente me ofreció en todo su esplendor: historia,
cultura, rencuentros, alegrías,
sorpresas, hospitalidad, sencillez, cercanía y por supuesto experimentar la diversidad
de medios de locomoción.
Sin olvidar
su rica y variada gastronomía, destacando
los ricos jamones de jabugo con dulces tomates salpicados con queso
semiduro, y que decir de las tejas almendradas, delicado manjar para el paladar
en cualquier momento del día…todo ello amenizado con un buen tinto Montegozo.
La esencia
del viaje se adornó con estos complementos, que en su conjunto muy bien podrían
guardar semejanza con la tierra canaria, pues en el balance concluí, que al
sentirme tan cómoda y a gusto era como estar en casa.


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